Escritora: ¿Suicidio predestinado?
- Hugo Hernández
- 1 jul 2019
- 3 Min. de lectura
¿Es la sensibilidad artística un “riesgo profesional” para los escritores? ¿Es mayor la posibilidad de un final trágico para las escritoras que para los escritores? ¿Mujer-suicidio-escritora… son un triángulo tan peligroso como el de las Bermudas? Larga podría ser la lista de cuestionamientos similares a éstos, aunque sin duda las respuestas a los mismos serían tan subjetivas y hasta inútiles que quizá lo mejor es ni siquiera tratar de responderlas. Sin embargo, esta complejidad no obstaculiza que reflexionemos sobre las razones que llevaron a algunas brillantes autoras a quitarse la vida. He aquí estos cinco botones de muestra: SAFO (650/610-580 a. C.): Si bien no existe un registro contundente de que esta poetisa de la Grecia antigua se haya quitado la vida, el mito en torno a su muerte afirma que ella se lanzó al mar desde un acantilado, luego que fue rechazada por un joven marinero.
Safo, quien pasó toda su vida en la isla de Lesbos y se ha convertido en el símbolo de la homosexualidad femenina, mantuvo relaciones amorosas tanto con hombres como con mujeres.
De su obra sólo se han rescatado 650 versos, extraídos de citas tardías y del estudio de múltiples papiros. La oda a Afrodita es el único de sus poemas que se conserva casi completo, gracias a que fue citado por Dionisio de Halicarnaso, un escritor del siglo I a. C.
VIRGINIA WOOLF (1882-1941): La muerte parece ser una constante en toda la vida de esta novelista y poetisa nacida en Inglaterra, pues siendo apenas una niña perdió a su madre, y pocos años más tarde a su padre y a su hermana.

Su primera novela, Fin de viaje, se publicó en 1915. A esta obra siguieron La señora Dalloway, Al faro, Orlando: una biografía, Las olas, y su célebre ensayo Una habitación propia. Es considerada una de las más destacadas figuras del modernismo anglosajón y del feminismo internacional.
El 28 de marzo de 1941 con 59 años de edad, salió a caminar como cada mañana; al llegar al río Ouse llenó los bolsillos de su abrigo con piedras pesadas y se lanzó a la corriente. Su cuerpo fue encontrado 18 días después.
SYLVIA PLATH (1932-1963): Una fría mañana del febrero londinense, luego de arropar a sus hijos y dejarles listo el desayuno esta autora se quitó la vida abriendo las llaves del gas de la estufa de su cocina.

Fue el último de sus varios intentos de suicidio y de una depresión crónica atribuida por muchos a la temprana muerte de su padre, y a la muy tirante relación que estableció con su madre.
Entre sus obras más reconocidas están los poemarios El coloso, Ariel, Tres mujeres, Árboles de invierno y Poemas completos, ganador del primer premio Pulitzer póstumo otorgado a un poeta. Bajo el seudónimo Victoria Lucas publicó su novela semiautobiográfica La campana de cristal.
Casi medio siglo después de su muerte su hijo también se suicidó, colgándose en su departamento.
ALFONSINA STORNI (1892-1938): Nació un 25 de octubre, y 46 años después, en otro 25 de octubre, se quitó la vida. Su nombre cobró fama gracias a una canción compuesta en 1969 y según la cual esta autora argentina se internó lentamente al mar para quitarse la vida, cuando en realidad lo hizo saltado abruptamente desde un muelle.

Aunque escribía poesía desde los 12 años publicó su primer poemario a los 24, y mantuvo una intensa y constante actividad, que la colocó en el gusto de la crítica y los lectores.
Desde adolescente tuvo una vida de carencias económicas, que subsanó gracias a mucho esfuerzo; sin embargo sufrió depresiones y paranoia que se intensificaron al detectarle cáncer de mama, y pese a que fue operada se negó a seguir el tratamiento argumentando que el mismo le impedía escribir.
ANTONIETA RIVAS MERCADO (1900-1931): La discreción que proyecta en las fotografías, nada tiene que ver con el gigantesco escándalo que armó esta escritora, actriz, promotora cultural y defensora de los derechos de la mujer, al quitarse la vida de un balazo en el pecho dentro de la famosa iglesia de Notre Dame en el París.

Hija del arquitecto que diseñó y construyó el Angel de la Independencia, Antonieta tuvo una vida intensa rodeada de los más grandes artistas de la década de los 20; e intensa por las fallidas relaciones amorosas que intentó: Albert Blair, Manuel Rodríguez Lozano y José Vasconcelos marcaron su vida. En su carta suicida dice: “Antes de mediodía me habré pegado un balazo (…) Me pesó demasiado aceptar la generosa ayuda de Vasconcelos al saber que facilitándome lo que necesitaba, le robaba fuerza (…) De mi determinación nada sabe; debería encontrarme con él a mediodía. Yo soy la única responsable de este acto con el cual finalizo una existencia errabunda”.
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