El color púrpura
- Juan Hernández
- 13 ago 2019
- 2 Min. de lectura

Queridos lectores:
¿Qué harían si estuvieran solos en este mundo? ¿Si lo más preciado que tuvieran les fuese arrebatado y su único confidente fuera Dios?
Déjenme contarles que la historia gira en torno a Celie, una mujer afroamericana que vive en el sur de los Estados Unidos, en una época en la que ser negro era una condena. Así es la cruel y arrebatada vida de Celie que retrata Alice Walker en El color púrpura.
Azotada por las injusticias sociales y discriminación que sufre, se ve orillada a mandarle cartas a la única persona que tal vez se pudiera compadecer de ella: Dios. Así que, mediante dichas cartas, narra su día a día retratando sus temores, sus penas, enojos, deseos y todo aquello que no puede hablar con alguien.
Pareciera que su vida estuvo condenada desde su infancia, pues con la muerte de su madre vinieron más desgracias: hijos de su propio padre, una hermana arrebatada a la cual no volverá a ver en décadas y maltratos por parte del hombre que tiene como esposo.
Su situación es decadente y humillante, lo peor es que piensa que lo merece, que no está en posición de merecer algo mejor; lo acepta y aprende a bajar la mirada. Sin embargo, su vida da un giro cuando conoce a Shug (la amante de su esposo), ella será un parteaguas ante las circunstancias que va viviendo, haciéndola sentir querida, amada, deseada y respetada.
La vida de Celie es como la de muchas mujeres que viven en esas mismas condiciones, en una época en la que no tenían derechos y mucho menos a exigirlos.
¿Por qué volver a hablar de esta obra que escribió Alice Walker hace 37 años? La respuesta es simple: a pesar de que han transcurrido cambios en las últimas décadas, la figura femenina sigue siendo violentada. Si bien existe una mayor concientización y respeto a la mujer, aún escuchamos noticias de desapariciones, feminicidios, maltrato doméstico y redes de prostitución.
Todo esto pone en una situación complicada el rol de la mujer. Textos como éste nos recuerdan una realidad que debemos afrontar por medio de la educación y respetando a nuestros semejantes para lograr un cambio.
El color púrpura es un libro obligado en estos días en los que el feminismo no solamente corresponde a las mujeres, sino a todas aquellas personas que realmente queremos respeto e igualdad para ellas.
La vida de Celie no debe repetirse en ninguna mujer del planeta.
Hasta pronto, Juan.
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